Se tumbó en la cama, tratando de soñar con ella y su sonrisa, con los momentos únicos que vivían al estar juntos, trató de pensar una nueva manera de sorprenderla, pero antes de eso se quedó dormido.
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Ella estaba tumbada en su cama, con los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre el pecho con los puños apretados, la sonrisa en sus labios la delataba, estaba pensando en él.
Él, con sus ojitos felices, su pelo suave; no le importaba que fuese más bajito que ella, porque sabía que como persona valía 10 veces su estatura; él, que tanto le hace reír sin ton si son, que le consigue sacar la sonrisa cuando está triste o las cosas no van del todo bien, que la apoya y anima cuando se siente desesperada, que le agarra de la mano para hacerla saber que está ahí con ella siempre; él, que tras los enfados nunca deja de insistir para arreglarlo, que olvida los aniversarios porque celebra cada día a su lado, que la sorprende cada día de mil formas distintas, como aquel cartel en la carretera o en su coche al salir de la universidad... y que le escribió casi 1000 razones por las que le amaba.
A pesar de eso, no era suficiente, ella quería más, y él lo sabía, ambos lo querían, querían una vida juntos, un no tener que despedirse, que ocultarse, que dar explicaciones, querían discusiones que acabasen encerrados en el cuarto, querían cocinar e incluso limpiar, querían ver películas hasta las tantas de la noche, pero todo eso lo querían juntos.
Querían una vida donde ellos decidiesen, ser los dueños de su destino, los artífices de su sueño, la realidad de su futuro, y todo lo querían, simplemente porque se amaban.
Essie
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